Autora: Candid Sánchez Carrión. Estudiante de arquitecta y asistente investigador en el Grupo de Investigación URBES-LAB de la Universidad Nacional de Ingeniería.
Columna publicada originalmente en Noticias Ser
Esta semana la columna de Comadres cuenta con la colaboración especial de Daniela Perleche Ugás. La Plataforma Comadres es un espacio que busca posicionar el trabajo de las mujeres en el análisis de la política nacional e internacional.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo – BID (2019), América Latina es la región más urbanizada del planeta, 8 de cada 10 personas viven en ciudades. A pesar de su alto porcentaje de urbanización, América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo. En el Perú la población en el área urbana representa el 79,3% del total nacional, mientras que el área rural representa el 20,7% (INEI 2017). Asimismo, el 9,3% de hogares a nivel nacional presentan carencias habitacionales, relacionadas a la estructura, espacio y acceso a servicios básicos (INEI, 2017). Estas carencias no son producto de la crisis reciente, sino que tienen larga data. Desde el Estado se han propuesto solo medidas paliativas, las cuales no han sido exitosas debido a que no responden a las necesidades reales de la población. Desde la academia el panorama no ha sido distinto; sobre todo, en la formación de arquitectos, quienes son los que finalmente se desempeñan como funcionarios y técnicos en el Estado, y en el sector privado; para pensar, planear y construir el espacio urbano.
En mayo de este año, el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), propuso estrategias para las zonas urbanas post-pandemia enfocadas en alcanzar una nueva normalidad (El Comercio, 2020). Las propuestas se centraron en la peatonalización de calles para crear súper manzanas caminables y reducir la velocidad de los autos a un máximo de 30km/h (zonas de movilidad 30), construcción de parques en espacios residuales o abandonados (parques de bolsillo) y promover usos mixtos del suelo. Estrategias pensadas para ciudades compactas y planas; es decir, adaptadas a los sectores privilegiados de la ciudad, excluyendo a los sectores más vulnerables y reforzando patrones de inequidad y exclusión, ¿quiénes están detrás de estas propuestas? y ¿por qué creen que podrían ser efectivas? Para poder imaginar una nueva normalidad, si bien resulta imperativo cuestionar las soluciones que propone el Estado, también es igual de necesario cuestionar el rol que ha tenido la academia y qué rol debe tener ahora, en un contexto de crisis. Sobre todo, la formación de arquitectos en el Perú porque tienen injerencia directa en la construcción de espacio urbano- actualmente hay 39 facultades
de arquitectura licenciadas en el país-.
Desde que comenzó la pandemia se han organizado un sin número de debates virtuales organizados por varias de estas facultades, colectivos asociados al ámbito de la arquitectura y el Colegio de Arquitectos. Se ha discutido no solo sobre acciones proyectuales para el control de la enfermedad, sino también sobre cómo las soluciones que se planteen deben contribuir a cambiar las condiciones de vulnerabilidad y precariedad en las que nos encontró la pandemia.
Sin embargo, los planteamientos propuestos -al igual que los del MVCS- no se condicen con la realidad de las ciudades peruanas porque se otorga más importancia a referentes extranjeros que a entender los problemas sociales en nuestro contexto. Esta desconexión con la realidad es un problema que se origina desde la formación de los arquitectos, pues nos preparan para integrarnos al mercado laboral privado, olvidando el rol social de la arquitectura. Nos enseñan conceptos urbanos, modos de interpretación y evaluación de las intervenciones que no consideran, y muchas veces normalizan, la desigualdad existente e imposibilitan producir soluciones para generar un impacto social positivo. La academia lleva décadas potenciando ese ‘distanciamiento social’ respecto a nuestra realidad desigual cotidiana. Las facultades de arquitectura han olvidado aquello a lo que realmente aspira nuestra profesión, buscar mejorar la calidad de vida de las personas. ¿Están los arquitectos contribuyendo a la reducción de las brechas de desigualdad en el Perú?
Desde mi posición de estudiante de arquitectura, considero importante empezar a reconocer y cuestionar la relación entre la profesión y la producción desigual del espacio urbano del siglo XXI. Es imperativo que, desde su formación, los arquitectos asuman un compromiso social activo para entender la complejidad de las ciudades peruanas, reconociendo su heterogeneidad, sus problemas y potencialidades. Para lograr esto es relevante propiciar espacios formativos extracurriculares para el trabajo de grupos multidisciplinarios, e iniciativas de vinculación con nuestra realidad a través de intervenciones de responsabilidad social. Es lamentable no encontrar espacios en el aparato público que vinculen nuestros conocimientos y el trabajo de diseño con las necesidades de la sociedad. Algunos de los estudiantes optamos por participar en iniciativas de colectivos sociales independientes que intervienen en espacios puntuales de la ciudad, a pesar de que el impacto de la intervención sea mínimo en comparación con los problemas estructurales de desigualdad social y territorial que presenta no solo Lima, sino todo el Perú.
Debemos dejar de pensar que nuestro trabajo como arquitectos se reduce solo al diseño de edificios individuales exentos de entorno, desde una mirada netamente técnica y normativa, que se enfoca en cubrir las expectativas, posibilidades y recursos del cliente inversionista, olvidando que el sentido de la arquitectura es construir espacios dignos y habitables para las personas. Es relevante que se empiece a adoptar desde la academia, específicamente desde la universidad, una postura más crítica, comprometida y humanitaria para promover transformaciones que sean socialmente justas y significativas en nuestras ciudades. El distanciamiento que ha generado la academia con la realidad -nocivo para el país y que llevamos arrastrando desde hace décadas- se reducirá al formar profesionales que sean conscientes de los problemas y necesidades reales de la población y que diseñen soluciones efectivas y no utópicas.
Referencias bibliográficas
Banco Interamericano de Desarrollo (2019). Ciudades Emergentes. https://blogs.iadb.org/ciudades-sostenibles/es/category/ciudades-emergentes/page/5/
Instituto Nacional de Estadística e Informática (2018). Encuesta Nacional de Programas presupuestales 2011 -2017. https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1520/libro.pdf
El Comercio (16 de mayo de 2020). Coronavirus en Perú: conoce las estrategias urbanas que Vivienda evalúa para Lima y otras ciudades tras el COVID-19. https://elcomercio.pe/lima/sucesos/coronavirus-en-peru-conoce-las-estrategias-urbanas-que-vivienda-evalua-para-lima-y-otras-ciudades-tras-el-covid-19-noticia/
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